Seguro que últimamente, si has ido a la consulta particular de un médico o en alguna empresa en la que has facilitado algún dato personal, has tenido que firmar un papel. Como te habrán explicado, esta nueva práctica es debida al cada vez mayor control que existe en la recopilación de datos y su posterior uso.
Esto es en teoría, porque hay algo muy cercano a ti que está almacenando datos y sin tu permiso explícito. Estamos hablando del teléfono móvil. No sólo se limita a guardar tus contactos en la agenda, hay mucho más.
El almacén de metadatos personales: el teléfono móvil
Si lo utilizas de despertador, ya sabe a qué hora te levantas. Por ejemplo, el iOS 10 de Apple es capaz de monitorear tus horas de sueño o si te despiertas por la noche. Estos datos se suelen usar con fines médicos, pero ¿quién dice que no puedan ser utilizados por las empresas? Según los psicólogos, por la noche somos más vulnerables a ofertas. Afirman que hay una mayor facilidad para que el individuo compre.
Si eres de los que le gusta hacer ejercicio y para ello se instala una aplicación para caminar o realizar rutinas, todo lo que realices queda registrado. Tu terminal también sabe cuándo utilizas un transporte privado si utilizas una app como Uber.
A veces, por despiste o porque lo hemos utilizado alguna vez para llegar a un determinado lugar, está activo el Google Maps. Al utilizar los servicios de geolocalización quedan registrados los metadatos de los desplazamientos. Hay dispositivos que cuentan con un algoritmo. Éste asume que el lugar donde está el móvil por la noche es tu casa. Del mismo modo, deduce que el sitio en el que permanece durante el día es el punto de trabajo.
Para desactivar o comprobar si tienes los metadatos de ubicación activados ve a la configuración de tu teléfono móvil. Configuración/Privacidad/Servicios de ubicación o quizá ve a Ajustes/Ubicación, dependiendo del celular. En este apartado podrás ver qué aplicaciones solicitaron enviar tu ubicación.
En resumen, los metadatos almacenados en los dispositivos móviles dan muchos detalles. Almacenan información sobre tus comunicaciones, revelan patrones de comportamiento y rutina diaria. ¿Eras consciente de esto?